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La Tele De Marina

Esa caja tonta que nos enciende cada día, que nos lleva en ocasiones a un universo paralelo y que conlleva tantas y tan diferentes sensaciones.

The Show must go on.

La cultura no es un lujo, es un derecho.

Activa tu mirada hacia otro mundo

lunes, 13 de enero de 2014

La televisión día a día.

Adiós, MTV, adiós


"Y es que la MTV transmite uno de los mayores ideales de la adolescenta americana: en esta vida no es necesario ser trabajadora, inteligente, independiente y resuelta; no, en esta vida todo lo que importa es ser rubia, no bajarse de los tacones y chuparla bien. Y si te quedas preñada, tranquila, que ya te hacemos un reality en el que mostrar tus desgracias. Que viva la MTV". Esto escribía yo en el antiguo Teuvemix el 21 de septiembre de 2011, cuando no cabía en mí de gozo ante la llegada de la MTV en abierto a nuestra TDT.
Hace una semana, cuando saltó la noticia de que la MTV nos abandonatuiteé esto presa del dolor y la desesperación. Y la verdad es que no es para menos, porque en unas pocas semanas estaremos diciendo adiós a perlas de la tele contemporánea como Alaska y MarioYa no estoy gordoMTV TunningParental controlVergüenza ajena o (¡ay!) todos los Jersey ShoreGeordie ShoreThe ValleysSnooki & Jwoww y demás docurealities de veinteañeros retrasados mentales que tanto nos levantan la moral cuando nos sentimos unos inútiles.
Lastrada por sus incontables reposiciones, su baja tasa de producción propia y empatada con Nueve en elbottom five de canales de la TDT, la permanencia de la MTV en abierto era más improbable que encontrar un libro en el plató de Mujeres y hombres y viceversa. Aunque previsible (tener un share medio del 0,6%no augura nada bueno a tu futuro como cadena de televisión), la retirada de la MTV de la TDT en abierto deja un gran vacío en los que amamos la cultura pop estadounidense de consumo rápido y despiporre postadolescente.
Dejando de lado los realities y las mañanas musicales de la MTV (porque sí, las mañanas de los findes ponen videoclips en la MTV, flípalo, amiga), lo que yo más echaré de menos será sentarme en el sofá con una bolsaca de patatas fritas y unas cuantas cervezas para disfrutar de las entregas de premios más esperpénticas de la tele, fundamentalmente los EMA y los VMA. Que quedarse hasta las tantas para ver los Oscar está muy bien, pero el glamú de Hollywood no es comparable a la posibilidad de ver a Miley Cyrus refrotando la ardilla contra el paquete de Robin Thicke, ser testigo de un nuevo festival de gallos perpetrado por Katy Perry, presenciar la próxima mamarrachada de Lady Gaga o asistir a un nuevoarrebato de ego de Kanye West. A partir de ahora nos tocará volver al streaming chungo, al pixelado, al que se corta que cada vez que tu pareja conecta el wifi de su móvil para cualquier cosa mucho menos interesante que ver una gala de la MTV.
Pero quien sí debe darle las gracias a la MTV (y varias veces al día, además) es Mario Vaquerizo. El marido de Alaska era un ser más o menos random para el mainstream patrio a pesar de liderar el grupo choni-glam-travesti-pop Nancys Rubias desde 2004. Sin embargo, fue de la mano del reality que la MTV les montó a medida que Mario Vaquerizo ha ocupado el espacio que le correspondía dentro del estrellato pop de España mientras Alaska, quizá ya harta de ser la diva permanentemente retratada desde hace 35 tacos, se retiraba a un segundo plano cediéndole todo el protagonismo a su histriónico marido. Las tres temporadas de Alaska y Mario nos han dejado momentos tan memorables como las clases de inglés del intérprete de Supertravesti, las alocadas reuniones de amigas de la maripandi de este curioso matrimonio, las intermitentes apariciones de la momia mexicana que Alaska tiene por madre o las reprimendas que la diva le dedica a Mario por tener menos luces que un pretendiente de Quién quiere casarse con mi hijo.
Sin embargo, lo que mi pequeño corazoncito de felpa echará más de menos es a Gandía Shore. La versión española de Jersey Shore (que, sin ser mejor que la descacharrante Geordie Shore, le ha dado veinte patadas a los guidos y las guidettes de Nueva Jersey) ha retratado desde dentro y sin remilgos el mundo choni de España, ese en el que los pelos fritos, los músculos hipertrofiados, los maquillajes imposibles y la nula capacidad de poner dos ideas en la misma frase son sus rasgos distintivos. Sí, tenemos a Mujeres y hombres y viceversa, pero con cuatro citas mal contadas no llegábamos a percibir en su totalidad lo que significa el mundo choni:necesitábamos sumergirnos en ellos, vivir con ellos. En Gandía Shore lo hicimos, y es cuando están sueltos en su hábitat que estos elementos nos mostraron lo chungos que pueden llegar a ser. Desde Gandía Shore, estoy seguro que todos vemos un Labrador en el primer garrulo que cruza el barrio en su coche tuneado o una Ylenia en la primera choni a la que tienes miedo de pedirle fuego por si resulta tener la noche girada y te estampa el cubata en la cabeza.
Con la marcha de la MTV (y su sustitución por Real Madrid TV, la guinda del pastel para un socio del Barça como yo) perdemos un importantísimo referente de la cultura pop global que ahora deberemos sustituir con los docurealities de subastas que tanto me gustan, con las reposiciones sin fin de Aída La que se avecina enFDF o con el bucle infinito de programas de cupcakes y vestidos de novia que es DivinityAdiós, MTV.

La vida es una sucesión de Belenazos


Tengo una amiga que, igual que las cuentas corrientes de Luis Bárcenas, es suiza. Esta amiga mía llegó aBarcelona hace ya unos años, con la mayoría de edad recién estrenada, un dominio del idioma bastante regulero y un puñado de ideas preconcebidas sobre lo que significa vivir en España. Cuando yo la conocí, un par de años más tarde, ya estaba terminando la carrera y su dominio idiomático era excelente: controlaba un sinfín de expresiones coloquiales, su repertorio de exabruptos era mangífico y decía admirar aRocío Jurado (!) y lo que a ella le rodeaba. Y todo esto gracias a leer la Cuore cada semana y a ver cada tarde Aquí hay tomate.
Y es que el verdadero saber popular, lo que te integra de veras en esta sociedad, se encuentra ahí: entre pelea y pelea de Sálvame, en las páginas del Marca, en las tetas que salen en Interviú, en los ladridos de los tertulianos de la Cope, en los taxistas que arreglan el país metiendo a media España en la cárcel y en el campechanismo del Rey. El saber popular es el ciudadano medio, es que a tu abuela le duelan las rodillas cuando va a llover, es mojar un chupete en anís para que el niño deje de dar por culo, es decir "Quita, que tú no sabes" cuando tampoco tienes tú ni puta idea, es ir de madre coraje, es comprar las bragas de diario en el mercadillo... Y hay un personaje en España que encarna todo esto, una princesa del pueblo. Lo habéis adivinado: es Belén Esteban.
El pasado viernes, más de 3 millones de personas nos sentamos delante de la tele dispuestos a tragarnos de cabo a rabo (con perdón) el enésimo regreso de la Esteban al plató del Deluxe. Incansables promociones, cebos, mensajes en pantalla y menciones hasta en el informativo de Pedro Piqueras no hicieron más que alimentar las ansias de saber, de meter el hocico en vidas ajenas, que tenemos todos los españoles. Porque, no nos engañemos, todos, absolutamente todos tenemos una opinión sobre los dramas vitales de la diva de San Blas (y el viernes quedó sobradamente demostrado). Conoces quién es su amiga Mariví, su representante Toño y su hermano Cuqui, sabes que una vez le devolvieron a Andreítaen pijama y con la ropa sucia en una bolsa de plástico y deseas que la niña que no se comía el pollo cumpla dieciocho años para que entre también en el ruedo mediático. En España, amigos, o eres de la Campa o eres de la Esteban.
La fascinación que la ex cuñada de la Jesulina (nos) genera viene avalada por los datos: este es el octavo Belenazo en cuatro años, el segundo que más audiencia ha cosechado después de su reaparición tras la cirugía estética que le dejó un ojo más arriba que el otro, la nariz torcida y una fosa nasal más grande que la otra. Y aunque de primeras vimos a una Belén más saludable (entiéndase gordaca como sinónimo desaludable), a los pocos minutos empezó a emerger la Esteban combativa, la que por su hija mata, la que suelta sapos y culebras por la boca, la que repite siempre las mismas historias que todos, espectadores y periodistas, recibimos con expresiones de sorpresa cuando en realidad nos lo sabemos ya todo de memoria.
No sé si vosotros tuvisteis la misma sensación que yo, pero a mí me pareció estar escuchando la misma entrevista de hace un año (en el último Belenazo también volvía de rehabilitación, de quitarse de lo suyo y creo que de divorciarse) pero con el bonus track de que ahora la última ganadora de ¡Más que baile! se compra vibradores. Por lo demás, volvimos a la época en la que vivía en Ambiciones, a su matrimonio y ruptura con Fran, a las preocupaciones de su Andrea, a la no asistencia de esta a la comunión de su hermana, a cuando se fue de Ambiciones cual heroína romántica con lo puesto y su hija de siete meses en brazos. Lo mismo de siempre, sí, pero nos siguió manteniendo a todos pegados a la tele.
¿Se le ha acabado a Belén el discurso? Aunque lo parezca, lo dudo mucho. Alguien que lleva estirando la misma historia desde hace 15 años seguro que sigue guardándose algún as en la manga. ¿Cuántos Belenazos nos quedan? Probablemente muchos. Pensad en que la Campa aún no ha pisado un plató de televisión. ¿Hasta cuándo seguirá coleando lo que vio y vivió en Ambiciones? Seguramente hasta que vayamos en andador y la hija pequeña de Andreíta venda al ¡Hola! la exclusiva de su romance con uno de los nietos de la Infanta Elena.
La vida de Belén Esteban, la que se ha sabido montar y el respetable hemos aceptado, curioseado, jaleado, encumbrado, denostado, ignorado y recuperado (por este orden), lleva ya años convertida en un folletín catódico, en una especie de culebrón de media tarde con más episodios que Amar en tiempos revueltos y querefleja la España más cañí, la del carajillo y la del "esto se hace por mis cojones".
Si Belén Esteban tiene éxito y es adorada por hordas de marujas y cajeras del Día es porque es la viva imagen de España como país: consumida por la vida, adicta a conseguir dinero fácil aunque se arrepienta de ello, recibe palos constantemente, es populista, cornuda y apaleada. Y ya podemos empezar a acostumbrarnos a que la vida, especialmente en Telecinco, no es más que una sucesión de Belenazos.

Auge y caída de los ex concursantes de 'Gran Hermano'

Si vivís en Barcelona o sois asiduos a coger su metro a eso de las ocho de la mañana, es posible que alguna vez os crucéis conmigo: me reconoceréis fácilmente porque, además de ser amarillo y tener los ojos saltones, voy pegado a mi smartphone consultando audiencias, husmeando en Tuiter o viendo una tras otra las absurdas listas que elabora BuzzFeed. Y ha sido hoy, durante mi rutina lúdico-tecnológico-informativa cuando me he topado con varios tuits que proclamaban el mayor drama, una tragedia sin precedentes, una hecatombe personal de dimensiones bíblicas que ni el mismísimo Sandro Rey podría haber llegado a predecir:Bea, la Marquesa de GH7, asegura estar en la ruina y en la calle. Y no porque haya bajado a por pan, no, sino porque ha sido desahuciada. Sí, amigos, la señora que se cabreaba porque metían en la lavadora sus pashminas de barba de cabra del Himalaya (cuando la gitana de mi barrio te las vende igual de resultonas, sin ser de pelo de cavicornio nepalí y encima te regala unas bragas a juego) sufre en sus carnes la maldición deGran Hermano: pasar de la gloria de la fama al hoyo más profundo del olvido furibundo.
Ser concursante de GH es un oficio de riesgo, más aún que el de pocero o el de logopeda de Paz Padilla. Porque claro, uno entra en la casa con toda la ilusión del mundo y la boca llena de lugares comunes como "yo he venido aquí para vivir la experiencia", "espero conocer gente maja" o "estoy abierto a enamorarme en la casa" y, sin darse cuenta, acaba convertido en una Sonia Arenas cualquiera. ¿Qué sucede durante el proceso? ¿En qué momento pasa uno de ser una persona normal con curiosidad por vivir la experiencia deGran Hermano y sale más transtornado que Noemí Merino cuando se le acaba el Lexatín?
Yo no he vivido en la casa de Gran Hermano: tan sólo pasé en ella tres cuartos de hora durante una visita que nos hicieron los compañeros de ZeppelinTV cuando yo trabajaba en Portalmix. Durante esos cuarenta y cinco minutos, me dio tiempo a comprobar lo angustioso que es vivir con un suelo inestable debajo del cual corren innumerables cables y bajo un cielo de focos que emiten calor y una luz cegadora. Esto sin contar conel olor a choto que despedían las habitaciones (combinado con el terrorífico "y los concursantes de este año son limpios" que nos soltó la chica de producción que nos hizo el tour), la comida en estado de putrefacción que reposaba sobre la encimera de una cocina sucia, las cámaras que seguían tus movimientos pormenorizadamente, el ruidito del zoom óptico de la cámara cuando te está intentando sacar un plano detalle del grano que te salió por la mañana o el deprimente techo de red del jardín de plástico, que te hace sentir como en la jaula de los mandriles del zoo. También tuve tiempo de sentarme en el confesionario y de quedarnos encerrados en la casa porque la chica de producción no se trajo la llave para salir de ella.
Cuando al fin salimos, mi mente extrapoló lo que sería multiplicar esos tres cuartos de hora por la cifra que daría 120 días con sus 120 noches y por poco me dio un pasmo. De alguna manera, y durante un par de segundos, entendí la furia de Tatiana de GH11, los arrebatos de celos de Desi de GH4, el frenesí amatorio de Miriam de GH Catorce, las depresiones ciclotímicas de Lorena Ungles Cuques, los ladridos constantes de Laura Campos o los constantes engordes de Gisela (GH9) y Saray (GH11). Sí, Gran Hermano puede transtornarte, pero lo peor no está en la casa: está fuera.
Porque claro, uno sale de repente a un mundo que ha seguido girando más allá de tus trifulcas en Guadalix y te encuentras más pirada, más gorda, más desvergonzada, con menos dignidad, con nulas posibilidades de encontrar trabajo y ante una entrevista con Mercedes Milá en la que puede encumbrarte al Olimpo de sus concursantes favoritos o destruirte hasta convertirte en un mojón porque no le ha gustado cómo has llevado tu paso por la casa. Ahí empezarán los Deluxe, los paseos de plató en plató intentando restaurar una dignidad perdida, las portadas en la Qué me dices o en la revista Sálvame y, si eres chica, un reportaje en Interviúdonde enseñas las tetas y cuentas cualquier intimidad de la casa que no le interesa ya a nadie (cuando hay mamellas al aire, lo demás es un añadido).
Y finalmente te verás yendo y viniendo de discotecas infectas de provincias en las que te pagarán cuatro duros por pasarte la noche haciéndote fotos con chonis y gañanes de periferia, te harás un Tuiterporque es lo moderno y verás que ni así remontas, mendigarás una mini entrevista en Qué tiempo tan feliz o en la hora golfa del Deluxe, dilapidarás la pasta que habrás ganado y te encontrarás, de repente, sentado en el sofá de tu piso de alquiler mirando el móvil a ver si te llaman para concursar en El Campamento de Verano, en Mira quién salta o en cualquier otro subproducto de serie Z que le dé por parir a Telecinco. Si no, siempre puedes hacer como Indhira e irte a Bournemouth a ser dependienta del Kentucky Fried Chicken.
Pero si eres inteligente y tú, astuto lector, acabas convirtiéndote en concursante de GH15, haz como Koldo de GH1Rodrigo de GH9Carol de GH11 o cualquier otro concursante de cuyo nombre ahora no me acuerdo: deja los montajes, el famoseo momentáneo y las ansias de convertirte en el nuevo Kiko Rivera. Tu bolsillo, tu reputación y la gente ante la que te sientes en una entrevista de trabajo te lo agradecerán enormemente. Y valora compartir piso con la Marquesa, pobrecita ella.

8 cosas que nos ha dejado la Navidad (televisivamente hablando)


1. MasterChef Junior lo peta
Lo de los talents de cocina parece que no toca techo ni pidiéndoselo por favor. Primero fue el éxito rotundo de la primera edición de MasterChef (nunca desde el primer OT tanta gente compartía sin pudor su fervor por un talent show, y menos de La 1), luego el sorprendente petardazo de Top Chef en Antena 3 a pesar de su parecido con el programa de la cadena de Mariló y ahora, MasterChef Junior. Aunque su propuesta de emisión ha sido arriesgada (concentrar la edición durante las fiestas navideñas aprovechando que la chavalería está de vacaciones), han dado en el clavo y han conseguido que en La 1 volvamos todos a los fogones, esta vez acompañados de niños que hacen platos de anuncio cuando tú, a su edad, no sabías ni agitarte la leche del colacao sin mancharte de barbilla para abajo.
2. El drama de Karmele y su marido
Yo no sé a vosotros, pero a mí el drama de la Marchante me ha tenido en un sinvivir. Cuando saltó el rumor de que al loro de Sálvame había sido abandonada cual abuelo en una gasolinera por su marido en plenas fechas navideñas, no pude evitar desprogramar mis planes para el viernes 27 por la noche y quedarme en casa a presenciar el escarnio público de Karmele en el Deluxe. Lo que al principio empezó siendo una ruptura más que ni la propia tortosina tenía clara ("se ha ido de cooperante a África", así de concreta era ella respecto al paradero de su ya ex marido) ha acabado con una tragedia que ríete tú de la de Amador Mohedano y Rosa Benito, en el que hemos acabado descubriendo que Pichurrín se iba a África pero acabó quedándose en Madrid para abrirse un perfil en Meetic y buscarle una sustituta a la mujer detrás dePopstar Queen. Devastador.
3. Vuelven las Matrimoniadas en las galas casposas de Telecinco
Si las ingentes cantidades de alcohol ingeridas, los quintales de comida deglutidos o los interminables cacareos de tu tía la de Tarazona soportados no te lo impedieron, seguro que en algún momento de estas dos semanas de opíparos ágapes familiares habrás puesto Telecinco. De ser así, es más que probable que hayas aterrizado en alguna de las galas presentadas por Paz Padilla o Tania Llasera en las que artistas de la talla deAmigos de Ginés (os juro que existen) intentaban entretener las sobremesas pantanosas de media España. Y si lo has hecho, habrás visto con estupor cómo Nines Vicente de La que se avecinaprotagonizaban sketches al más puro estilo de Noche de fiesta, para vergüenza ajena de muchos de nosotros, fans irredentos de LQSA. Ahora sólo falta esperar que, por el bien de nuestra salud neuronal, a Telecinco no se le ocurra recuperar estos sketches en forma de tira cómica diaria.
4. Murió el Tío Phil
Es, junto con Carl Winslow, mi padre de familia negro, gordo y calvo favorito de las series de televisión de los noventa. James Avery, el actor que le daba vida, estuvo en las sobremesas de Antena 3 más tiempo del que puedo recordar y fue uno de los personajes más carismáticos de El príncipe de Bel-Air. Pocos olvidaremos su cabreos con Will, la manera en que echaba a Jazz del casoplón en el que vivía, su manía de ocultar su pasado como niño humilde criado en una granja de cerdos o los flashbacks en los que se nos revelaba como activista por los derechos del pueblo afroamericano. Descansa en paz, tío Phil.
5. Seguimos sin tener representante de España en Eurovisión
Cuando ya estamos casi a mediados de enero, Televisión Española todavía no ha tenido la consideración para con los eurofans de pronunciarse al respecto de quién será el próximo representante de España en Eurovisión. Después de mi acérrima defensa de Ruth Lorenzo, corren rumores de que las negociaciones con la murciana están estancadas ya que la cadena quiere hacer una gala en la que compitan varios artistas mientras que los susodichos prefieren dejarse de pamplinas, que haya elección interna y que, si quieren gala, que se haga de canciones. Esperamos que el festín de turrones, mazapanes y polvorones no haya nublado el entendimiento a los directivos de RTVE y que se dignen, ya de una santa vez, de anunciar que Ruth Lorenzo irá a Eurovisión por España.
6. En 2014 bailará medio plantel de famosos españoles
Si la temporada pasada fue la de los saltos de trampolín, este nuevo año se prevé que sea el de los programas de famosos bailando. Seis días antes de Navidad se confirmaba que Antena 3 preparaba un talent show llamado ¡A bailar!, en el que parejas de famosos competirían para mostrar a quién se le da mejor esto de mover el esqueleto. Al poco, Telecinco anunció que recuperaba Más que baile después del vergonzoso triunfo de Belén Esteban en su última edición. Y cuando ya no pensábamos que esta fiebre por bailar diera para más, va La 1 y anuncia, justo después del discurso del Rey en Nochebuena, que vuelve Mira quién baila (lo que no deja de ser curioso, porque Más que baile y Mira quién baila son el mismo formato y los hizo ambos Gestmusic). Ante semejante panorama (y rumores de que Maribel de MasterChef es la primera confirmada en el MQB de La 1), este 2014 va acabar con todos nosotros yendo a por pan a ritmo de vals o fox-trot.
7. El tradicional discurso del Rey que en todas las casas se pone pero en ninguna se escucha
Si hay algo eterno e inamovible en la Nochebuena española es, además del turrón del duro que tu madre se empeña en sacar y que sólo es comido por el único miembro de la familia mayor de sesenta años y con todos los dientes, el discurso del Rey. Como cada Nochebuena, a las 21h, suena el himno de España y se nos cuela en casa, así sin preguntar ni nada, Juan Carlos de Borbón. El amigo entrañable de Corinna zu Sayn-Wittgenstein volvía a decir las mismas vaguedades de cada año y conseguía el mágico efecto de estar en todas las televisiones pero no ser escuchado en ninguna. Y es que en la mayoría de hogares, a esa hora, está tu madre pidiendo ayuda en la cocina, tus primos pequeños corriendo por el pasillo, tu cuñado hablando de su nuevo smartphone, tus tías comentando lo mayor que se le ve y la poca vergüenza que tiene, tu hermano pidiendo a gritos que se quite al tardofranquista ese de la tele y tu padre insistiendo en que le dejéis escuchar si dice algo de los catalanes que, como todo el mundo sabe, somos el demonio y desayunamos bebés gatito cada mañana.
8. El regreso de Museo Coconut
Pero no todo son sombras y tinieblas en el panorama televisivo: de entre todo este marasmo de caspa, lugares comunes, galas interminables y cotilleos de verdulería, Neox estrenó anoche la tercera temporada de Museo Coconut, esa maravilla del humor que debería ser de obligada visualización en los institutos de España. Aunque debo reconocer que echo de menos el formato de La hora chanante o deMuchachada nuí, es de agradecer volver a ver a Joaquín Reyes, Carlos Areces, Ernesto Sevilla, Raúl Cimas o Julián López dando vida a esos esperpénticos personajes de los cuales Rosario es mi favorito. ¿La única pega? Que coincida con La que se avecina.

domingo, 12 de enero de 2014

Cuatro cosas que 'La que se avecina' necesita mejorar con urgencia

                                          

La que se avecinaSiempre he sido consciente del tipo de serie que quería ser ‘La que se avecina‘ y como tal no solamente la aceptaba y disfrutaba, sino que hasta os expuse en su momento cinco motivos para intentar convenceros de que merecía la pena. Sin embargo, las aventuras de los vecinos de Mirador de Montepinar cada vez me están interesando menos, hasta el punto de que ya casi ni recuerdo lo que es reírme con un episodio de ‘La que se avecina’.
Hace ya unas semanas que compañero Manuls os dejó sus impresiones sobre lo frío que le había dejado el arranque de la séptima temporada, pero lo que me gustaría proponeros ahora es una pequeña reflexión señalando cuatro cosas que necesitan mejorar con urgencia para poder volver a asemejarse a esa serie que logró engancharme. De no hacerlo empiezo a sospechar que tardaré bien poco en dejar de ver ‘La que se avecina’.

El desgaste de los guiones

Amador
Son pocas las series que realmente siguen creciendo hasta que llega su desenlace, ya sea por la necesidad de estirarla artificialmente, porque el propio punto de partida sencillamente no da más de sí o simplemente debido a que es casi imposible mantener la frescura. En el caso de ‘La que se avecina’ se logró ir mejorando y alcanzar su pico de interés durante sus tercera y cuarta temporadascomo resultado de una acertada renovación de su casting y de unos guiones que supieron aprovecharse de las nuevas situaciones creadas a partir de ello. En la quinta ya noté una pequeña bajada de interés que se agudizó durante la sexta –-no por nada llegué a hablar de estancamiento— y la cosa no ha mejorado en la que actualmente se emite.
La solución más tradicional sería hacer una serie de cambios en el equipo de guionistas, pero me temo que el único cambio que iba a traer eso estaría en la diferencia de talento de los nuevos respecto a los antiguos, pues ‘La que se avecina’ se ha acomodado en su fórmula cuando lo tiene todo a su favor para probar con cosas relativamente diferentes. Episodios temáticos en el que todos los personajes persigan lo mismo –hay que demoler el edificio por su pésima construcción-, un capítulo dominado por la voz en off de uno de los protagonistas tranquilos —quizá Javi sea el más adecuado— y sus reflexiones sobre lo que sucede o, qué sé yo, cambios reales en alguno de los protagonistas como que le toque la lotería a Coque con un boleto que le regaló alguno de los vecinos. Lo que sea, pero probando cosas diferentes, ya que en lo de toda la vida ya parecen incapaces de sacar nada inspirado.

La escasa aportación de los fichajes

María Adánez
Uno de los aspectos que mejor supo llevar ‘La que se avecina’ en su momento fue la introducción de nuevos personajes como Judith o Estela Reynolds, cada una de ellas un necesario soplo de aire fresco y con una aportación claramente diferenciada la una de la otra. Eso ha cambiado en los últimos tiempos, tanto en las apariciones episódicas –-hace unos años hasta hubiera tenido esperanzas en que saliera algo grande del cameo que va a hacer Fernando Esteso, pero ahora la mera idea de ello me aburre— como en los fichajes de mayor recorrido, donde empieza a resultar bastante cansina la tendencia a recuperar a actores de ‘Aquí no hay quien viva’ con la esperanza de que sea suficiente atractivo para el espectador.
El problema es que una vez superada la sorpresa de ver a Fernando Tejero o María Adánez, nos quedan unos personajes que apenas han tardado un par de episodios en resultar repetitivos y perder toda su gracia –-si es que alguna vez la tuvieron—. Si introduces un nuevo factor, ha de ser para algo y no para estancarse en lo mismo de siempre —o mostrarnos tópicas y cansinas variantes de algo ya visto en infinidad de ocasiones—, que de eso ya tenemos suficiente.

La histérica caricaturización de algunos personajes

Imagen de 'La que se avecina'
Entre las muchas quejas que tienen hacia la serie, uno de los puntos que siempre han destacado más sus detractores es el hecho de que sus personajes no hablan, sino que se limitan a gritar esperando que con eso ya sea suficiente para divertirnos. No seré yo el que niegue que el tono de voz de los protagonistas de ‘La que se avecina’ es bastante elevado, pero durante un buen tiempo era algo que no me molestaba lo más mínimo, ya que era fácil neutralizarlo con bajar el volumen de mi televisor –u ordenador, que no era raro que la dejase para verla en otro momento por su excesiva duración— y se compensaba con otros aciertos que me hacían pasar un buen rato.
Y la cosa es que, salvo por lo de pasar un buen rato, sigue siendo así, pero lo nuevo es que la definición de los personajes haya ido por ese camino y cada vez haya más locos histéricos que creen que los gritos y las reacciones gestuales exageradas a más no poder son suficientes para estar a la altura de lo que hizo que algunos nos encariñáramos con ellos en su momento. El ejemplo más claro de ello es Estela Reynolds, que ha pasado de ser casi lo más divertido de la serie a un triste reflejo de lo que fue en su momento, sin chispa o gracia alguna y que estoy deseando que desaparezca en cuanto hace acto de presencia. Insoportable.

La limitada interacción de sus protagonistas

Los del bar
No tengo muy claro si será producto de la pereza de sus guionistas o de la necesidad de potenciar por completo la buena dinámica que habían demostrado determinados personajes, pero en ‘La que se avecina’ cada vez es más extraño ver que sus protagonistas realmente se relacionen entre sí más allá de alguna junta de vecinos. Lo que prima ahora es abusar una y otra vez sobre las mismas tramas, personajes y bromas, provocando así un gran desgaste incluso en las columnas vertebrales de la serie hasta hace nada, porque tanto Antonio Recio como Amador Rivas han perdido muchísimo como consecuencia de ello.

jueves, 9 de enero de 2014

‘Bienvenidos al Lolita’ llega triunfando en audiencia y decepcionando a la crítica






Una buena serie debe contar con un buen envoltorio. La ficción española ya ha vivido en hospitales, tabernas, Internados, barcos, karaokes, institutos, academias de baile… Y nos faltaba el Cabaret, que abrió anoche en Antena 3. Lo hizo con Bienvenidos al Lolita, que cosechó en su estreno éxito de audiencias (18.4 por ciento de share y 3.5 millones), en un día de baja competencia televisiva.
Ahora la pregunta es: ¿aguantará el buen dato de público o se desmoronará la semana que viene? Bienvenidos al Lolita llega de la mano de la gran factoría de series de nuestro país, la productora Globomedia, e intenta mostrar la confrontación de dos mundos diferentes: el de los nuevos socios del viejo cabaret, muy conservadores, y el mundo liberal que habita en esta particular sala, localizada en la reconocible parte trasera de la madrileña Gran Vía. Un enfrentamiento entre Don José Luis (Luis Varela), el empresario provinciano, y Dolores (Beatriz Carvajal), la antigua dueña del local.
Aunque, en el primer capítulo, el enfrentamiento entre estos dos grandes actores se diluyó para dar paso a un desfile de acontecimientos que, casi a codazos, buscaban seducir al espectador a través de emoción y sonrisa, a partes iguales: intentos de suicidios (dos por falta de uno), transexualidad (interpretada por la hermana de Paz Vega, Sara Vega), camarero sin camiseta, amores imposibles, camarero sin camiseta, diarreas galopantes, camarero sin camiseta e incluso un desahucio. De hecho, la utilización de la crisis en este estreno chirrió y resultó forzada. Muy forzada.
Y es que Bienvenidos al Lolita es una gran premisa que ha quedado descafeinada. Primero, porque es difícil realizar una serie sobre un cabaret decadente y que la tele nos muestre un decorado a estrenar, cargado de luces de última generación. Segundo, porque no se sintió la esencia del gran espectáculo de varietés que esconde un club nocturno genuino. Al contrario, las ‘actuaciones musicales’ eran más dignas de Al salir de Clase, con la profesora Beatriz Carvajal cantando con sus retoños en la función de fin de curso. Tercero, porque la audiencia española ha madurado y agradece la imprevisibilidad del riesgo. Y aquí riesgo, poco.
Al final, Bienvenidos al Lolita es una serie nueva que parece que ya hemos visto antes. Hasta tiene una ‘chacha’ al más puro estilo de La Juani en Médico de Familia que sirve los manjares en una mesa infinita, donde se reúnen todos.